Alemania y Perú: una oportunidad que estamos dejando pasar

Hace casi cuatro meses tuve el gusto de participar en el Lateinamerika Tag (LAT) 2022 (traducción: Día de Latinoamérica) y ser el moderador del foro “Innovative solutions – the future of mechanical engineering”, que tuvo la participación de renombrados ejecutivos de empresas alemanas que están desarrollando innovadoras soluciones en o para el mercado latinoamericano.

El evento fue organizado por el Lateinamerika Verein e.V. (LAV), organización de la cual tengo el honor de ser Comisionado para el Perú. El LAT 2022 se llevó a cabo en la ciudad de Hamburgo (Alemania), y se centró en analizar, debatir y proponer cómo mejorar la relación empresarial entre Alemania y Latinoamérica, siempre pensando en los aspectos obviamente económicos, pero sin dejar de lado los sociales, medioambientales y hasta políticos.

A mi regreso del evento escribí una primera versión de este artículo, en el cual mencionaba que había regresado al Perú cargado de expectativas y desafíos. Ambos países, de los cuales tengo el honor de ser ciudadano, enfrentaban en ese momento una serie de retos y urgencias que daban el marco perfecto para desarrollar una relación que sería mutuamente beneficiosa.

Ya en febrero de 2023, la situación en el Perú es claramente caótica. Entramos en una espiral autodestructiva que aún no tiene solución a la vista (y de la cual hablé en mi artículo anterior). Por su parte, Alemania poco a poco ha despertado del letargo y, al parecer, entendió la importancia de reforzar su relacionamiento con Latinoamérica, una tarea pendiente, en la cual China y otros países le han sacado una ventaja considerable.

Al mismo tiempo, obligada por la guerra en Ucrania, Alemania ha acelerado sus iniciativas para no depender del gas natural ruso y, además, está impulsando con fuerza la producción de hidrógeno verde, una alternativa de energía sostenible y realmente potente, a la cual todo el mundo empieza a prestarle la atención que merece.

A este nuevo enfoque de relacionamiento apuntaron también las recientes visitas de altos representantes del gobierno alemán a Brasil, Argentina y Chile, a fin de encontrar alianzas, entre otras, para aprovechar las ingentes reservas de litio en nuestra región, además de reforzar la cooperación ya existente con Brasil.

Como se darán cuenta, no he mencionado al Perú. Y esto es, muy a mi pesar, totalmente entendible. Este debería ser el momento para que nuestro país, con una fuente importante de recursos, aproveche lo que Alemania puede aportar en términos de convertir estos recursos en productos de alto valor, en beneficio de ambos países.

Lamentablemente, a las protestas y el vandalismo que ahuyenta la inversión hay que sumarle una ausencia en la agenda de estos temas de vanguardia (como la transición a energías renovables, el intercambio tecnológico, la exportación de gas natural, etc.) y la falta de iniciativa, largamente comentada por mí, para establecer políticas claras que impulsen la innovación en nuestro país.

Las oportunidades que abriría una alianza de este tipo son muchas. Perú cuenta con una ingente cantidad de recursos que requieren un alto expertise y un soporte tecnológico de avanzada para ser desarrollados de manera sostenible, que Alemania está perfectamente preparada para dar, pero sobre todo para ser transformados en los productos de alta tecnología que Alemania tanto necesita. De hecho, he expresado abiertamente la necesidad de consolidar la presencia estratégica de empresas alemanas en nuestro país, no solo para hacerse de las materias primas que Alemania tanto requiere para mantener su supremacía como exportadora de bienes de alta tecnología, sino para reducir su dependencia de Rusia y China. Esto último, claro está, en la medida en que salgamos de la crisis interna que estamos viviendo en este momento.

Mirando de cara al futuro, una solución aún más segura a largo plazo sería el establecimiento de centros de producción de la industria alemana en el Perú para transformar in situ las materias primas y convertirlas en productos intermedios y hasta finales, tales como cables y componentes de cobre, baterías de litio, piezas y accesorios para vehículos, etc. (offshoring). Con ello no solo se mitigaría el riesgo por parte de Alemania de depender altamente de terceros países y/o productores, sino también generaría una interesante demanda de mano de obra calificada, lo cual impulsaría el desarrollo del talento local.

Siguiendo esa línea de pensamiento, si la industria alemana instalase en el Perú refinerías del nivel tecnológico y medioambiental de Aurubis, la mas grande de Europa, se ahorraría el flete de los minerales exportados a China, donde están muchas de las refinerías hoy en día. Además, como efecto colateral muy positivo se obtendría una drástica reducción de la huella de carbono. Producir en el Perú seria mucho menos costoso, porque tenemos precios de gas natural y energía eléctrica muy por debajo de los de Alemania.

Por otro lado, contrariamente a lo que muchas personas podrían pensar, Latinoamérica no solo es una región de materias primas, sino también una generadora en constante crecimiento de innovaciones de alta tecnología en diferentes sectores claves, como la agricultura, salud, finanzas, IA, etc.

Hay otra realidad que es evidente y que vale la pena resaltar: para Alemania el Net Zero como meta al 2050 es prácticamente inalcanzable en el contexto de la crisis energética que está atravesando. Por tanto, si bien es encomiable el empecinamiento del gobierno alemán de solo invertir en proyectos de energías alternativas e hidrógeno verde, este no parece muy realista y, de paso, deja fuera de la ecuación a múltiples alternativas como el gas natural (que abunda en Latam) y también a la energía nuclear.

Para terminar, reitero que es fundamental entender que un acercamiento con Latam resultaría beneficioso para todos. La riqueza en insumos de Latam sería correspondida por el alto conocimiento técnico y la tecnología de vanguardia alemana, generándose un intercambio de conocimiento, además del tan necesario desarrollo educativo, puestos de trabajo y una mayor recaudación de impuestos, muy positivo para Latam.

Alemania, al menos por los indicios recientes, ya se quitó la venda de los ojos. Latam es una puerta abierta a increíbles oportunidades. Ahora le toca al Perú subirse a esta ola, y espero que no la deje pasar como muchas otras. Mi corazón peruano/alemán lo agradecería…, y creo que el mundo también.