¿Ser el Capitán Nemo o Peter Pan? El increíble impacto de la pandemia sobre la innovación

La pandemia global causada por el COVID-19 ha provocado cambios que reconfigurarán por completo y para siempre nuestra visión del mundo y nuestro estilo de vida. Hay un miedo agregado al ahora añorado contacto social. Sin embargo, hay otro efecto que resulta positivo de cara al futuro: la apuesta por la innovación.

Y no hablamos de la innovación a la que estamos acostumbrados, sino a una que arriesga, una innovación que es propia de las situaciones extremas y que requiere un proceso de toma de decisiones a un ritmo vertiginoso pocas veces visto.

Precisamente, hace unos días leía un interesante artículo de la Harvard Business Review, en el cual se hacía énfasis en este aspecto con ejemplos concretos. China, como era de esperar, se encuentra a la vanguardia, con el teletrabajo, la aplicación de inteligencia artificial y el uso de drones, como herramientas para afrontar un mundo nuevo.

Algo que rescato del artículo, es que retrata de manera notable cómo se produce algo que quiero bautizar como “micro-innovación”, es decir, la innovación que se da de manera rápida, directa y sencilla para atender las demandas del “hombre de a pie”.

En ese rubro, encontramos las placas de plexiglass, que usan muchos negocios pequeños y que ahora se trasladaron a los servicios de taxi, la atención a las pre-órdenes implementadas por los restaurantes, etc.

Por otra parte, manteniendo el enfoque positivo, los autores recalcan que este escenario cambiante, producido por la pandemia, es un caldo de cultivo ideal para que las empresas tengan y aprovechen la oportunidad de reevaluar sus opciones e invertir en tecnologías y soluciones que hasta hace tan solo 90 días eran demasiado inciertas como para arriesgarse.

El ejemplo más claro es el trabajo remoto, una alternativa que muchas empresas consideraban demasiado insegura. Sin embargo, henos aquí, sin otra opción que trabajar desde casa. Esto me lleva a otro punto no menos interesante. ¿De cuánta ventaja competitiva se hicieron aquellas empresas que apostaron antes por la opción del teletrabajo? ¿Cuánto ahorraron en procesos de aprendizaje, de inversión en capital humano y nuevas tecnologías?

Es una muestra más de lo que me maravilla de la innovación. Es un monstruo indescifrable y por ello atrayente. Tenemos la opción de ser Peter Pan y quedarnos en la tierra de Nunca Jamás, atrapados por el miedo a crecer y sufrir, o podemos ser el Capitán Nemo y lanzarnos al inmenso océano de posibilidades que nos ofrece la innovación.

Es claro que innovar conlleva riesgos, y que toda apuesta tiene dos posibilidades: el éxito y el fracaso. Sin embargo, a la corta o a la larga, innovar es un ganar y ganar, y fracasar es simplemente parte de la curva de aprendizaje. Si tienes éxito, los beneficios de toda índole crecerán como la espuma. Si fallas, el aprendizaje resultante se convertirá en combustible que impulsará tus innovaciones futuras.

Hay otro aspecto que quiero resaltar de este interesante artículo: los clientes. Porque la pandemia no solo transformó nuestra realidad, también cambió nuestros hábitos de consumo. Y esto tiene dos lecturas: incertidumbre u oportunidad. Yo apuesto por la oportunidad.

El tener tantos problemas nuevos que resolver para nuestros potenciales clientes es directamente proporcional al número de soluciones que podemos crear ¿Existe acaso algo más fascinante que esto? Es de lo que hablamos cuando pensamos en innovación: solucionar los problemas de personas.

No nos quedemos mirando el mar de la innovación. Naveguémoslo y dominémoslo. El momento es ahora.